El obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, no olvidó ayer en su homilía a los más desfavorecidos, y tuvo especialmente palabras de recuerdo para los diez inmigrantes muertos en aguas de Arinaga cuando ya tocaban el paraíso soñado. En su sermón, monseñor Cases pidió una oración para los inmigrantes, sobre todo para los muertos, pero también para los vivos, cuyo futuro siempre es incierto.
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